Criticas

‘Entiéndeme tú a mí’, comedia en cinco textos

17/07/2018

Mayelit Valera Arvelo

‘Entiéndeme tú a mí’, comedia en cinco textos

La comedia ‘Entiéndeme tú a mí’ explora, con mucho humor, la incapacidad de ponernos en el lugar del otro.

La obra ‘Entiéndeme tú a mí’, escrita, dirigida y protagonizada por Eloy Arenas, quien junto a su cómplice teatral, César Camino, hacen de las suyas en el Teatro Lara con una propuesta artística que se pasea por cinco textos, todos tan distintos, pero tan parecidos entre sí, y es que hay que ponerse en los zapatos de los otros para entender mejor las situaciones.

Historias bien escritas y perspicaces que logran hacer reír al público con diálogos ingeniosos que sorprenden, aleccionan y encantan. Y es que cada una de las piezas deja mucho que decir, te enseña entre risas, con dos actorazos que se lucen con su histrionismo en la comedia. Son geniales. Un dúo maravilloso y talentoso que hacen cinco personajes en 90 minutos.

Ambos se regocijan en el humor negro, el cual impregna toda la sala aderezado con situaciones inesperadas que engalanan la noche. Y es que Entiéndeme tú a mí es un mosaico fresco, agudo, audaz y divertido sobre la incapacidad de ponernos en el lugar del otro. Porque las ventajas de la empatía son extraordinarias, pero lo contrario provoca situaciones tan torpes como divertidas.

Sin muchos elementos en escena, más que sus cuerpos y sus voces, estos actores comienzan con la vida de Chema, a quien el futuro se le ha echado encima y cómo se siente inútil para relacionarse con la nueva cibernética, sueña con un mando y un solo botón para manejarlo todo. Y es que aparece en su vida Rom, un peculiar ordenador personal de origen humano, es decir un clon, cruce genético-cibernético, que además de cerebro tiene un gran número de discos duros con unas propiedades impresionantes.

Luego dejan el futuro para mostrarnos la simpleza de la vida, donde un marido que todo lo tiene, un triunfador social, no puede entender que el amante de su mujer sea un vendedor de pañuelos en un semáforo, carente de atractivos sociales, físicos o económicos. Realmente “tienes una mujer que no nos la merecemos”, dice el vendedor, quien ya se ha vuelto amigo del marido de su novia.

En minutos llega El hombre oscuro, un perdedor sin escrúpulos: “Sí no lo hago yo, lo haría otro”, por eso persigue sin tregua al deudor, un perdedor con ética: “Pues que lo haga otro”. Más tarde llegará Lucia que ya no soporta a Manolo, su marido, quien solo aprecia la cultura masculina, y como está muy enamorada se provoca un proceso de metamorfosis convirtiéndose temporalmente en hombre y llegar a ser todo lo que él respeta. Haciéndolo reflexionar sobre lo que ha provocado por su idolatría.

Y para cerrar a lo grande, y morirse de risa, llegan Mario y Pepe, quienes han tenido un accidente; uno se ha quedado temporalmente ciego y el otro se ha fracturado los brazos y los tiene inmovilizados por un complejo aparato ortopédico. Ambos comparten piso y se necesitan para sobrevivir, ni se imaginan lo que va a suceder entre estos personajes, que por momentos ya no se soportan, pero no pueden vivir uno sin el otro.

Es así como la diversión está servida en situaciones tan inverosímiles, pero tan reales, donde la clave es entender al otro, ponerse en el puesto del otro, en los límites de la situación. Realmente un manjar teatral exquisito, que cuenta con un texto sagaz y unos actores extraordinarios.

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