Criticas

‘La duda’, historia de confusiones e incertidumbres

11/09/2017

Mayelit Valera Arvelo

‘La duda’, historia de confusiones e incertidumbres

‘La Duda’, escrita por John Patrick Shanley, se colmó de aplausos en el Teatro Galileo; una pieza protagonizada por: Carmen Conesa, Ernesto Arias, Marta Wall e Ileana Wilson, quienes se lucen con una impecable interpretación, bajo la perspicaz dirección de Darío Facal. Un montaje excepcional que cautivó al público durante hora y media.

Realmente una obra fascinante, que toca un tema delicado y polémico, cargado de interrogantes, que fue escrito inteligentemente en el 2004. Y en el 2005 fue ganador del Premio Pulitzer; y a su vez se llevó el Premio del Círculo de Críticos de Nueva York. Y en el 2008 llegó a la pantalla grande, protagonizada por Meryl Streep, bajo la dirección del propio Shanley.

La obra tiene lugar en el ficticio colegió católico de iglesia de San Nicolás en el Bronx (Nueva York) durante el otoño 1984, donde el padre Flynn, un cura progresista y permisivo, acorde a su tiempo, que a su vez hace las veces de profesor para los alumnos más jóvenes, choca frontalmente con la hermana Aloysius, una monja perteneciente a las hermanas de la caridad, estricta y conservadora, fiel creyente de la vigilancia.

A ellos se les suma la hermana James, una novicia recién llegada a la escuela, inocente e impresionable, que rápidamente adopta el ideario de su superiora sobre la desconfianza hacia sus alumnos, sus colegas profesores y hacia la sociedad en general. Es ella quien alerta a la hermana Aloysius sobre un encuentro privado entre el padre Flynn y un alumno de color llamado Donald Muller.

Tal noticia le lleva a creer a la hermana Aloysius que el padre pudo haber abusado sexualmente de niño, y aunque no hay pruebas, ni nada que lo confirme, ella lo acusa con todo su poder. Por su parte, el padre se siente ofendido y niega el delito. Sin embargo, nadie le sacará de la cabeza a la hermana lo que ella piensa, y hace todo lo posible para que el padre se vaya.

Con una pared blanca que ambienta la dirección del colegio, una puerta, un escritorio, dos sillas y una pequeña mesa donde se encuentra la jarra de té, es la escenografía donde se pasearán estos cuatro personajes, cada uno con sus pensamientos  y con su propia verdad, lo que hace que cada uno de los espectadores también saque sus propias repuestas, las cuales no quedan claras en las tablas.

La puesta en escena es impecable, llena de fuerza y poder, sostenida en un excelente texto y en  magistrales actuaciones que se brillan por encima de cualquier movimiento. Y entre hábitos religiosos,  confusiones e incertidumbres el público queda con la duda de lo que realmente ha sucedido, y es que ni la misma hermana Aloysius está segura de los hechos.

Y es que muchas veces por arrogancia, rebeldía o simplemente por pensar distinto nos empeñamos en tener la verdad, cuando no hemos tenido ni pruebas, ni hemos visto nada, simplemente por percepción; pero esto no es suficiente y se instala la duda al no saber la verdad, dudas que muchas veces acompañarán por años al no tener respuestas certeras. Y es que cada uno tiene la última palabra ante las cosas que nos suceden.

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