Criticas

‘Villa Dolorosa o tres cumpleaños fracasados’ por la desidia

21/01/2020

Mayelit Valera Arvelo

‘Villa Dolorosa o tres cumpleaños fracasados’ por la desidia

‘Cualquiera tiene un buen motivo para suicidarse’, dice uno de los personajes de la obra Villa Dolorosa o tres cumpleaños fracasados, escrita por la alemana Rebbekka Kricheldorf.

La autora nos regala una versión maravillosa de Las Tres Hermanas de Antón Chéjov, que se está presentando en el Teatro Luchana.

Una historia que se pasea por el pesimismo, la desidia, la incomunicación y el existencialismo; bajo la dirección de Nathalia Paolini, quien también actúa como unas de las hermanas, saliendo airosa del reto en toda su amplitud.

Como en la obra original, las tres hermanas: Irina, Masha y Olga viven con su hermano Andrei en la mansión heredada por sus padres, pero la fortuna que poseían está desapareciendo y la casa va hacia la ruina. Sus vidas están inmersas en la infelicidad y la insatisfacción permanente de la que son incapaces de salir. La soledad, la decadencia de élite, la contradicción y la monotonía de la vida moderna se fusionan en esta comedia con humor negro que saca a la luz la dinámica disfuncional de una familia intelectual, donde años tras años suceden las mismas cosas, hablan de los mismos temas y se dan los mismos regalos.

Un cuadro familiar que, aunque no está conforme con lo que está viviendo, no hace mucho esfuerzo por cambiarlo, se queja de su entorno, pero no busca salidas a sus inquietudes. Prefieren la invariabilidad en vez del riesgo. Y durante tres cumpleaños seguidos de Irina ocurren las mismas cosas. Por momentos pareciera que estuviéramos viendo teatro del absurdo, al escuchar los mismos diálogos, ver los mismos vestuarios y escenas, y es que la cobardía puede más que ellos. Todo sucede en el salón de la casa donde siempre se reúnen, hay un sofá y dos sillones. Alrededor del salón cuelgan algunos marcos de madera, pero sin fotos, sin imágenes, son las obras de arte del hermano.

La pieza es protagonizada por Nathalia Paolini, Helena Diez, Adán Redondo, Antonio Alcalde, Ana Alicia Pérez y Patricia Valle. En la asistencia de dirección y producción ejecutiva Karlina Fernández y en arte y vestuario Luis Campos. Un equipo que logra mantener a los espectadores conectados a la escena durante dos horas, al mostrar una perspicaz puesta en escena que se convierte en un juego de mesa, donde todos lanzan los dados para ganar, pero sin mucho que arriesgar. El texto es realmente ingenioso, camina sin esfuerzo y se fusiona de manera perfecta con el reparto, quienes aparecen en escena para revelar los conflictos de sus personajes, todos tratando de entender a los demás, pero sin entenderse ellos mismos primero.

La dinámica del juego escénico nos hace cómplices. Aunque por momentos es premonitorio lo que viene, seguimos cada paso de los personajes sigilosamente para escuchar sus confesiones. Ellos quisieran diversión en su casa, pero lo que predomina es el tedio, el pesimismo y la crueldad, dentro de una realidad que los enfrenta cara a cara con sus miserias, con sus fracasos personales y sus miedos a encarar algún cambio. Son personajes de la vida misma, individuos con posibilidad de transformar sus vidas, de volar, pero incapaces de hacerlo, prefieren seguir en la burbuja que los resguarda.

El trabajo de las tres hermanas es encantador, tan cercano y fuerte como vulnerable. Un montaje que deja en evidencia que el lamentarse no hace los cambios, son las acciones más que las palabras. Asumir los retos y los riesgos para conseguir nuevas realidades. Pensar menos y actuar más, porque estos personajes son completamente analíticos, pero están hundidos en su miseria, paralizados por sus fracasos personales y sociales. Siempre juntos en el hogar que los vio crecer, se ríen y discuten, y aunque por un momento “está prohibido todo”, allí siguen, para evitar enfrentarse con el mundo que acecha fuera de esa residencia que le dejaron los padres. Y es que “la gente no cambia”, por eso, “no existe la salvación”.

Cabe destacar que este es el segundo montaje de la agrupación Ventana Azul, colectivo de creación escénica y audiovisual fundado en 2018 por Nathalia Paolini, Nell Cordova, Irina Dendiouk y Karlina Fernández. El primer montaje es Café, un monólogo escrito por Irina Dendiouk e interpretado por Nathalia Paolini, basado en testimonios de víctimas de trata. Estrenado en Barcelona en 2018, con temporada en Madrid en octubre del mismo año y recientemente en el XV Festival Iberoamericano de Teatro de Mar del Plata, Argentina, donde recibió la nominación a mejor espectáculo unipersonal.

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