Criticas

‘La madre que me parió’, diversión al máximo

02/01/2020

Mayelit Valera Arvelo

‘La madre que me parió’, diversión al máximo

‘La madre que me parió’ es una comedia encantadora escrita por Ana Rivas y Helen Morales, bajo la ingeniosa dirección de Gabriel Olivares, quien repite el éxito de obras anteriores.

Cuenta con un reparto maravilloso que maneja el humor con desparpajo y agudeza, ellos son: Marisol Ayuso, Olga Hueso, Mariola Peña, Diego París, Eva Higueras, Sera Vega, Aurora Sánchez y Mariona Terés. Un grupete de féminas que se las trae, y el único hombre en escena se acopla.

Es una ocurrente comedia que transcurre en los baños de un salón de bodas, donde las féminas se reúnen para desentrañar algunos secretos. Las amigas de la novia acuden a la fiesta acompañadas de sus madres. Durante el convite, la novia se arrepiente del enlace y pide a sus amigas que la rescaten. Unas a favor y otras en contra, se desata la locura mientras se ponen de manifiesto las complejas relaciones entre madres e hijas. Y es así como un día descubres que te pareces más a tu madre de lo que creías, e incluso, de lo que desearías.

Una boda atípica que pasa de fiesta a divorcio en una misma noche, aderezada con diversión al máximo. Solo imagínense todo lo que se dice en esos baños, un sitio de confesiones inagotables, que ocasionará carcajadas en toda la sala por los divertidos diálogos de los personajes, situaciones impredecibles que tuercen la fiesta, para dar comienzo a otra celebración. El tiempo pasa de forma imperceptible; son 90 minutos de entretenimiento garantizado que hace que cada función esté a tope, con un público maravilloso que ríe sin descanso.

Aplaudimos un texto ingenioso que desde que comienza no da tregua al público para despegarse de la escena, junto a una dirección vertiginosa que hace que las risas se contagien y no se detengan. Las actrices están fabulosas, un reparto de féminas geniales. Las que interpretan el rol de madres están extraordinarias, con un trabajo actoral impecable, sostenido en miradas, gestos, ocurrencias y locuras. Las adoré.

Las hijas no se quedan atrás, todas con aplomo se plantan en las tablas para revelarnos las demencias de esta boda. Cada una con su estilo bien definido y trabajado al detalle. Y el único actor en escena, que no es el novio porque nunca aparece, sino un invitado con sus vicisitudes a cuestas, quien se las ingenia para resaltar entre estas féminas que se devoran la escena. Un éxito teatral que alcanza su cuarta temporada con más de 600 representaciones en Madrid, agotando funciones.

Queda claro que una hija puede criticar a su madre, pero jamás consentir que lo haga otra persona, y viceversa, porque para una madre sus hijos son intocables. Una crisis puede sacar a relucir los trapos sucios de toda una vida, y si eso va acompañado de la euforia de una boda, el conflicto es imparable. Esta ingeniosa obra ya ha sido adaptada en Panamá, vendida a Argentina e Italia, además de estar en conversaciones con otros países de Latinoamérica para su próximo estreno. Y cerrar el año riendo de la mano de La madre que me parió es un regalo maravilloso, al ser un texto creativo y un reparto de elogios.

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