Criticas

Estaciones de Isadora

20/12/2017

Mayelit Valera Arvelo

Estaciones de Isadora

El espectáculo ‘Estaciones de Isadora’ que se está presentando en la Sala Arapiles 16 es un montaje maravilloso, donde la actriz Beatriz Argüello se destaca con su magistral interpretación al personificar a la gran Isadora Duncan, dentro de una propuesta artística que fusiona la danza, la poesía, la música y el teatro.

Realmente un trabajo excepcional, de ensueño, cargado de emociones y sentimientos. Que no es un simple recorrido por la biografía de esta insigne fémina que marcó la danza, sino que sutilmente se pasea por el tutú y las puntas de ballet blanco para luego convertirse en la precursora de la danza contemporánea.

Con un texto poético que engalana las tablas escrito por Hugo Pérez de la Pica, quien junto a la propia actriz dirigen – a cuatro manos – la pieza. En una propuesta donde prevalecen los detalles, luego de una exhaustiva investigación, logrando un montaje de una hora con el cual llegan a conmover al público quienes responden con efusivos aplausos.

Acompaña a la actriz un talentoso pianista en el escenario, en esta oportunidad fue Javier Gómez Dólera, quien comparte su rol con Mikhail Studyonov, sus manos crean una atmósfera sublime con la versatilidad de sus dedos, hipnotizando al público con piezas musicales que enmarcan el contexto de esta gran mujer, quien no solo se destacó por su talento, sino por su acontecida vida llena de avatares y cambios que la hicieron  noticia.

La entrega de Beatriz en el escenario es admirable, consiguiendo un resultado pasional luego de haber leído mucho sobre la vida de la  artista. Es así como las tablas son testigo del fascinante y satisfactorio espectáculo. Y es que la actriz se desdobla de tal manera que traspasa la cuarta pared y toca los corazones de los espectadores.

Apenas aparece en el escenario con su tutú y sus puntas no cautiva. Embelesa con sus movimientos, con sus gestos y su llamativo rostro. Y es que cada uno de sus pasos han sido completamente estudiados y ahora rozan ligeramente el aire. Posteriormente cuelga el tutú para tocar el piso, para crecerse y hacernos respirar otros países.

En el escenario solo se aprecia un escaparate en el fondo que abrirá sus puertas para mostrar la imponente figura de la artista; del lado izquierdo del espectador un piano de cola y en el otro extremo un mueble con un cajón que contiene agua en su interior, donde la actriz se lavará su rostro y nos hará escuchar cómo se desliza el líquido por sus manos.

Y al final te emocionas, y es que es un espectáculo que va más allá de la palabra, donde el cuerpo se vuelve protagonista con cada uno de sus movimientos, todos delicados y estudiados que cautivan cada asistente. Un excelente trabajo, algo mágico que funde diferentes artes es un mismo escenario. Enhorabuena por la creación.

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