Criticas

‘Fedra’, tempestad de pasiones

16/09/2019

Mayelit Valera Arvelo

‘Fedra’, tempestad de pasiones

El mito de Fedra regresa a los escenarios de Madrid.

En esta oportunidad de la mano de Teatro Karpas, quienes escogen con lupa cada una de sus producciones artísticas para ofrecer un teatro de nivel a sus espectadores; fieles seguidores que los acompañan en cada uno de sus estrenos y con satisfacción aplauden su entrega en las tablas. Un acogedor espacio donde se respira arte y creatividad.

Cabe destacar que el Teatro Karpas cuenta con una compañía estable, algunos miembros con más de 10 años de trayectoria, quienes ya son cercanos al público, rostros familiares que elogiamos con creces a final de cada función. Profesionales que se afanan por la excelencia para sacudir el alma de los espectadores, a veces entre risas, otras ocasiones tragedias que cortan la respiración, como es el caso de Fedra, escrita y dirigida por Manuel Carcedo Sama, el mago de sus obras.

Comienza la función y aparece Fedra, está radiante, con un vestido largo negro, con un toque rojo y el pelo recogido. Parece un ángel, pero es todo lo contrario, en minutos confesará sus pasiones humanas, las cuales la están volviendo loca. Deseos carnales que buscará alcanzar como sea, sin importar lo que tenga que llevarse por delante. Es un volcán que está a punto de estallar, con ardores que la están quemando por dentro.

Una contundente historia que revive el drama de esta fémina enamorada hasta la desmesura de su hijastro Hipólito, hijo de su esposo Teseo. El joven al enterarse de los deseos de su madrastra rechaza sus insinuaciones, solo la ve como una madre, respuesta que enfurece a Fedra. En consecuencia, ella intercambia los sentimientos y cuenta a su esposo su versión. A causa de sus mentiras el joven es lanzado a la calle; buscándose la vida sufre un accidente y Teseo le cuenta a Fedra que está a punto de morir, una noticia que la destroza. Ella no puede fingir más y confiesa la verdad. El padre sale corriendo a buscar a su hijo y ella decide quitarse la vida.

Un montaje decisivo, de casi dos horas, impregnado de fuerza y profesionalismo, donde cinco actores con temple mantienen a los espectadores hipnotizados con cada una de sus palabras e interpretaciones. El reparto está encabeza por Marta Eguía como Fedra, nueva integrante de la compañía, quien se estrena con este mítico personaje, nada fácil, pero del cual sale airosa con textos pérfidos, aderezados con toques poéticos y deseos desenfrenados. Una gran responsabilidad que Teatro Karpas supo a quien asignar.

Justo a ella Charo Bergón como Ama, una actriz que no nos cansamos de ver en las tablas, y sea el papel que interprete tiene el poder de seducirnos con sus grandes ojos y su imponente histrionismo en las tablas. Completan el elenco Alberto Romo como el esposo Teseo, quien se desvive por su esposa. Romo realiza un trabajo impecable, con dóciles palabras que parecieran no agotarse, pero que en un momento explotarán.

Jorge Peña Miranda es Marcelo, el maestro y doctor prodigioso de la familia. Un personaje que mide muy bien sus palabras, respira y espera su tiempo. Todo está estudiado, no hay movimientos en falso. Completa el reparto Raúl Peñalba como Hipólito, quien, con su rostro fresco, cándidas palabras y su cuerpo esculpido nos conquista con su inocencia. Sin darse cuenta desataca el caos y la locura solo por estar junto a su padre.

Una puesta en escena con méritos. Con actores excelentes que asumen cada interpretación con gallardía, cada personaje como un descubrimiento. Ahí está el juego del actor, siempre se suben al escenario con la entrega de la primera vez, pero con el profesionalismo de los años trabajados. Con una dirección impecable, que sabe dónde colocar el énfasis de las intenciones.

En esta puesta en escena la luz participa lo justo, ayudando a esconder los secretos. Por momentos suenan algunos acordes que engalanan la noche y completan la atmósfera. No hay una escenografía contundente, más que el atrezzo necesario para contar la historia. El peso escénico lo tienen los actores. Y aunque Ama quiera aseverar que en esa casa no pasa nada, las paredes gritan pasiones reprimidas que se quieren liberar. El ambiente se tensa hasta más no poder. Luego de un duro desenlace el silencio es perenne y los aplausos se dilatan en la sala con satisfacción.

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