Criticas

‘Las Chicas del camerino’, entre risas y reflexión

27/09/2017

Mayelit Valera Arvelo

‘Las Chicas del camerino’, entre risas y reflexión

‘Las Chicas del camerino’ se está presentando en la Sala de Teatro Nave 73, bajo la dirección de Bentor Albelo, quien pone su ingenio para fusionar en un mismo escenario la risa y la reflexión dentro de un espectáculo donde las plumas y la purpurina son el pretexto perfecto  para hacer brillar a personajes que se desnudan ante el público sin prejuicios ni engaños.

Los espectadores entran a la sala y se encuentra  con un camerino. Con perchas que sostienen variedad de trajes y vestuarios. Tocados y zapatos que dan vida a diferentes espacios, todos reunidos en dos guardarropas, los cuales de vez de puertas tienen unas telas que se bajan y sirven de pantallas para reflejar diferentes imágenes y crear atmósferas. En una esquina un tocador rodeado de bombillos y muchas fotos.

En el centro está el personaje de “Roma”, la gran vedette, espigada, con piernas largas,  contundentes  pestañas, un extravagante maquillaje y una gran peluca. Toda una muñeca que se impone con solo erguirse en el centro del escenario, pero que cuando abre la boca es de temer. Con una mirada contundente que intimida.  Por eso se hace sentir entre sus  compañeras, por su ambición al querer ser la reina de la noche.

Todo gira alrededor de un incendio. Una vedette achicharrada. Un ascenso inesperado. Todo eso es el desencadenante de una serie de intrigas y enredos que pondrán patas arribas el camerino de una revista musical. Una comedia diferente que da pie a una profunda investigación sobre la identidad.

Las Chicas del Camerino es un viaje al epicentro de la revista musical. Un paseo de plumas y purpurina en el que las vedettes desempolvarán sus boas, calzarán sus tacones y diseccionarán la identidad como mecanismo de supervivencia social. Protagonizada por David Arévalo, Juan Maroto, Paula Moncada, Javier Rojo y Pepe Serrano, quienes se divierten a plenitud para luego colarse de aplausos. Con versión musical de Julio Vaquero y Pablo Guarini.

La puesta en escena es fresca y divertida. Con un elenco que se desdobla por completo y se  entregar con cada personaje. Son hombres con esencia de mujeres que se divierten entre sus brillos y colores. A mitad de la obra la historia da un giro inesperado donde todos dejan atrás las apariencias de vedette para encarar realidades y respirar aceptación.

Hora y media de vidas prestadas que se confrontan, para luego desnudarse y estar conscientes que a veces es “necesario renunciar a las palabras” para no herir,  para ser libres y no etiquetar a nadie. De este modo lo que comenzó como una simple comedia se transforma en una clase de tolerancia y respeto  donde no hay espacio para el juicio premeditado.

Es así como las plumas y las lentejuelas desaparecen para terminar todos en ropa  interior, simplemente siendo ellos, colmándose de aplausos y elogios. De esta forma terminan  90 minutos de  sorpresas donde todos son protagonistas en una noche de revista musical entre camerinos.

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